miércoles, 4 de abril de 2012

¿Cuándo llora el hombre de hojalata?



Intentar destruirse, gritar, romperse los huesos y lo que no puede uno romperse, rompérselo todo, inclusive lo que es flexible e indestructible, pretender llorar y si no se puede mejor tragárselo, mejor no poder, asumirlo también. Pero que no digan que no hicimos el intento de derrumbarnos. Porque se intento y malograrlo casi todo es normal o anormal, pero pasa, en las peores familias porque en las mejores siempre se tienen preparadas buenas coartadas y grandes habitaciones en las que entra la luz pero no vuelve a salir y la imagen de todo se queda pegada en las paredes aunque vallan a ocultarlas de todos modos.
Pero… siempre discutiendo el mismo tema; vamos a ver quién es más miserable o mas llorón y le toco más duro o re quebraron el pulmón más rápido, y no, a veces no se puede ser así, a veces es que hay algo mayor inclusive que la felicidad, una extraña sensación de completo bienestar, de eternidad. Soy Dios me digo de vez en cuando, pero no me da la gana de hacer un nuevo paraíso, yo me siento contenta en las gradas cuando me acomodo mal para ver a los actores (Ton un Kirschen Wandertheater) y ellos hacen respirar al pequeño hombre de madera sin rostro que luce muy triste, sin expresión alguna, con hombros caídos y sin piel, delgado famélico irresistiblemente roto, él, todos quejándose para ver quien ha escrito mas sobre la miseria y mientras tanto el pequeño hombre de madera parece volar correr quemar su diario fijarse en el publico, en mí, me ve aunque sus ojos no existen y él no sabe fruncir las cejas, entonces; el hombre de madera me digo, la bailarina rusa me digo, el anciano sin pantalones me grito y ahí en ese momento la hecatombe, liturgia, santa disputa la que comienza, se inicia, sucumbé no sé cómo decirlo pero la carcasa humana se ha levantado y comienza a cantar la opera, sus ojos son dos lámparas de luz irrisoria grande pero mínima, sus ojos enormes perdidos en un público que no le ve, que se distrae pero yo no, porque soy, me siento tan mal que eso es sentirse bien, sé que estoy a gusto porque no puedo pensar en otra cosa ni quiero hacerlo ni siquiera lo necesito, solo me es licito ver el futuro apareciendo un segundo adelante, la mirada de la alemana tristísima que hace de contenta y todos son mil, cada uno hace algo y ríe y pierden todos los estribos y es magia o trabajo duro, un montaje limpio preciso sin errores porque las fallas saben actuarse, el hombre de hojalata comienza a llorar desde sus lámparas, y llora mientras canta opera, en francés, mi vida, no llores mas hombre de hojalata mientras que ves al público, yo quiero consolarte porque el atardecer ha sido mucho más que esplendido y el ruiseñor mudo fue feliz en aquel tiempo, todo naranja el cielo que no se exprime si no que crece grande y se vuelve circulo, heptágono, nube, más que nube, más que compuesto químico, más que explicación científica, vaguedad de la razón, irremplazable la mirada del hombre de hojalata que se apaga termina la canción y se desarma literalmente frente al publico sumergido en nada, yo con la necesidad saciada por completo el alma llena me levanto y aplaudo, ¡bravo!, me siento a gusto, cómoda y en mi elemento aunque no soy yo quien maneje al escuálido de madera ni haga de bufón, aunque no sea mía la producción ni la compañía aunque mi única participación se la más importante que es la de público, y mi veredicto aunque fuera errado una falsedad una gran porquería inventada y elaborada con palabras estúpidas seria el veredicto final, tengo el poder de decir que les amo o les odio que son o no. Tengo el poder aunque digan lo contrario, yo tengo que tomar la decisión por ende es mi asunto, un propósito de mi completa jurisdicción.
Sé que sigo quejándome, o si no, no hubiera escrito esto, ni hubiera dicho que hay gente que se vive quejando de su “condición” y para empeorar las cosas lo escribe, no hubiera puesto mi “argumento” invalido ahí para que lo tiraran de su sillita de ruedas recién pintada, habría hablado nada mas de otras cosas habría hablado sin anteponer el hecho de que me moleste lo que algunos tiene por costumbre, lo que yo misma tengo por costumbre mas por la ignorancia que por la astucia, y eso lo digo sin querer disculpándome, si no diciendo la verdad (ahí estoy, hablando de mí, y mi ignorancia, haciendo un paréntesis para justificar mi falta de creatividad, para hacer creer que va sin intención aunque yo sepa que quiero quizá excusarme por algo que desconozco pero sé que alguien más conoce, alguien que está ahí, presto a acusarme, listo para lanzar la red y atraparme, ¡atrápame Dios mío, échamelo en cara y no jodamos mas con el tema!) porque a veces pasa.