martes, 21 de enero de 2014

Los profetas inutiles

900 profetas del becerro Baal.
-La boca me sabe a incendio-
Ah, el sordo Baal; un dios inútil
como cualquiera que no arde,
un fuego consumidor que no se escucha
crepitando
en el fondo de un bosque,
un dios que no te ama, ni te incendia
-La boca me sabe-
Un dios que no hace salir el sol.

Los encolerizados profetas de Baal
confundidos por la luz de la desesperación
hicieron sus propias aves y lanzaron cientos
de bombas sobre Laos,
cada altar fue consumido, las canciones eran cantadas;
Parecía buena idea contestar las plegarias de sangre,
Parecía buena idea ser un dios inútil,
Los pobres falsos profetas
Y sus estómagos inflados,
Y sus sexos asquerosos
Como pulpos que se pegaran
A tu espalda y trepanaran tus intestinos.

Los profetas más idiotas son todos
aquellos que quieren ser dioses,
sin embargo
Aquí están los verdaderos profetas;
que conocen las palabras con las que se incendian catedrales
reviviendo cadáveres,
salvando putas y menesterosos,
escuchando con atención el ritmo de la vida
y moviendo la boca con sumo cuidado
sobre la piel.

Por eso es importante esta madrugada
donde llueve
los gallos ciegos cantan en todo el mundo un mismo amanecer,
desde las casas de palo en las montañas
hasta los rascacielos imposibles de Tokio,
y mis profetas, Los Verdaderos;
No tienen intención alguna de imitar a su dios,
sus ideas comienzan a repoblar la tierra
y hacen que los días sigan sucediendo,
Aunque sean los mismos siempre.


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