domingo, 14 de septiembre de 2014

Ellos también olvidaron

                                                                       Emmet Gowin

La razón por la que ver un perro durante horas frente a una puerta cerrada es un nuevo milagro en mi vida, es porque ya he olvidado, así como también lo hicieron mis padres, y los padres de mis padres, y los padres de mis dioses, y mis dioses con sus caras redondas, antes de ser violados por los buenos hombres de los barcos. Ellos también olvidaron.

Ya se ha dicho todo sobre la soledad. Todo. Cualquier cosa que puedas o no pensar a sido dicha. La soledad te desorienta frente al mundo porque esta ordenada solo dentro de ti. Un hombre desnudo, se acuesta en su sofá, y masculla cosas mientras respira, la piel sobre sus pulmones parece hacerse cada vez más delgada, cada vez más blanca, sus costillas son enormes, y él sigue respirando y mascullando cosas, en un instante desesperado se voltea y solloza jadeando como un perro enfermo durante unos 10 segundos contra una almohada dura que decora el sofá, luego vuelve a su posición anterior, respira profundamente, los pelos del cuerpo se le crispan, hace cara de bebé a punto de llorar, y entonces se levanta de golpe, cierra las ventanas y va a la cocina a prepararse un sándwich. la soledad es cambiar de animo sin que le importe nada a nadie, y  luego gritar mientras te ríes con la boca llena de pan, porque no se sabe si te estas volviendo loco, o es que acaso llevaras demasiadas semanas solo.


La razón por la que me conmueve una habitación mal iluminada en la que tres adolescentes duermen como si no tuviesen conciencia, vestidos con jeans y camisetas sucias, mientras yo los miro agarrándome las rodillas, es porque ya he olvidado, así como también lo hicieron mis padres, y los padres de mis padres, y los padres de mis dioses, y mis dioses con sus caras redondas, antes de comprender verdaderamente lo que los otros saben acerca de la cópula, lo que los otros creen que es el amor. Mis dioses con sus caras redondas que miran como pequeños animales estériles, rascando sus barrigas hinchadas y llenas de aire, no pueden entender las segundas intenciones, ni la mano que pasa por debajo de sus ropas sagradas mientras ellos cierran sus ojos y suspiran, el aire se corta en tres. Ellos también olvidaron.




Como todo ha sido dicho, y la soledad explicada, y la vida desentrañada, así como Salomón el hombre más sabio de la tierra, dijo. Entonces, propongo que tal y cómo se hizo en el pasado, pongamos una tapa en el sifón del lavaplatos, dejemos abierto el grifo con agua tibia, nos desnudemos y tomemos un baño, como si no hubiésemos dejado de tener dos años nunca. Una madre pondrá al fuego vegetales increíblemente verdes, picados previamente con un afilado cuchillo como de carnicero, los vegetales irán en julianas, como nos ha enseñado ese canal de cocina en el 404, al que tanto le debemos. Habrá vapor,  jabón en los ojos y ademas tenemos permiso de quitar la tapa del sifón cuando el baño haya terminado, entonces 
veremos cómo el agua desciende y el sifón se la traga como el ojo de un huracán que arrastra todo a su estomago, y así hasta que volvamos a ser personas de más de un metro sesenta y cinco, desnudas, metidas en un lavaplatos, con los dedos de los pies arrugados por el agua y una sonrisa ejemplar. No habrá que explicar nada, y eso es lo mejor de todo, nos callaremos y no diremos nada a las nuevas generaciones, así ellos tampoco sabrán qué es lo que deben explicar.

La principal razón, por la que llega a sorprenderme tanto la idea de una perfecta construcción lógica, casi hasta hacerme sangrar la nariz, es porque ya he olvidado, así como también lo hicieron mis padres, y los padres de mis padres, y los padres de mis dioses, y mis dioses con sus caras redondas antes de ser aplastados por el razonamiento de un anciano de barba, fanático de la taxonomía y del vino. Ellos también olvidaron.



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