lunes, 24 de noviembre de 2014

Roberto Bolaño (Fragmentos)


PROSA DEL OTOÑO EN GERONA

Una persona—debería decir una desconocida—que te acaricia, te hace bromas, es dulce contigo y te lleva hasta la orilla de un precipicio. Allí, el personaje dice ay o empalidece. Como si estuviera dentro de un caleidoscopio y viera el ojo que lo mira. Colores que se ordenan en una geometría ajena a todo lo que tú estás dispuesto a aceptar como bueno. Así empieza el otoño, entre el río Oñar y la colina de las Pedreras.


Después de un sueño (he extrapolado en el sueño la película que vi el día anterior) me digo que el otoño no puede ser sino el dinero. El dinero como el cordón umbilical que te comunica con las muchachas y el paisaje. El dinero que no tendré jamás y que por exclusión hace de mí un anacoreta, el personaje que de pronto empalidece en el desierto.


Sácame de este texto, querré decirle, muéstrame las cosas claras y sencillas, los gritos claros y sencillos, el miedo, la muerte, su instante, Atlántida cenando en familia.



LOS DETECTIVES SALVAJES

Un revolucionario de verdad, les dije yo con la voz más triste del mundo, pero también un hombre de Obregón, la pureza no existe, muchachos, desengáñense, la vida es una mierda. 

Después de coger a mi general le gustaba salir al patio a fumarse su cigarro y a pensar en la tristeza poscoito, en la pinche tristeza de la carne, en todos los libros que no había leído.

Muchachos, les dije, que veía los esfuerzos y los sueños, todos confundidos en un mismo fracaso, y que ese fracaso se llamaba alegría.

Si vieras a mi hija, le digo, te enamorarías de ella. Ah qué don Joaquín, dice él. Pero yo le insisto: si la vieras caerías a sus pies como un pájaro herido, José Manuel, y comprenderías de golpe un montón de cosas que ahora no entiendes.

Este país es una mierda, dijo Albertito. No funciona la policía, ni los hospitales, ni las cárceles, ni las morgues, ni los servicios de pompas fúnebres.

es una broma, Amadeo, el poema es una broma que encubre algo muy serio.

Durante un segundo de lucidez tuve la certeza de que nos habíamos vuelto locos. Pero a ese segundo de lucidez se antepuso un supersegundo de superlucidez (si me permiten la expresión) en donde pensé que aquella escena era el resultado lógico de nuestras vidas absurdas. No era un castigo sino un pliegue que se abría de pronto para que nos viéramos en nuestra humanidad común.

No era la constatación de nuestra ociosa culpabilidad sino la marca de nuestra milagrosa e inútil inocencia.


Iñaki Echavarne, bar Giardinetto, calle Granada del Penedés, Barcelona, julio de 1994. 
Durante un tiempo la Crítica acompaña a la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan. El viaje puede ser largo o corto. Luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola, aunque otra Crítica y otros Lectores poco a poco vayan acompasándose a su singladura. Luego la Crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacia la soledad. Acercarse a ella, navegar a su estela es señal inequívoca de muerte segura, pero otra Crítica y otros Lectores se le acercan incansables e implacables y el tiempo y la velocidad los devoran. Finalmente la Obra viaja irremediablemente sola en la Inmensidad. Y un día la Obra muere, como mueren todas las cosas, como se extinguirá el Sol y la Tierra, el Sistema Solar y la Galaxia y la más recóndita memoria de los hombres. Todo lo que empieza como comedia acaba como tragedia.


2666

Cuando Hans Reiter vio por primera vez un bosque de algas se emocionó tanto que se puso a llorar debajo del agua. Esto parece difícil, que un ser humano llore mientras bucea con los ojos abiertos, pero no olvidemos que Hans tenía entonces sólo seis años y que en cierta forma era un niño singular.


Al despertar el adolescente de catorce se encuentra en una habitación pobre, con una cama pobre y un ropero pobre en donde cuelgan sus ropas de pobre. Al asomarse a la ventana contempla extasiado el paisaje urbano de Nueva York. Las aventuras del joven en la gran ciudad, no obstante, son desgraciadas. Conoce a un músico de jazz que le habla de pollos parlantes y probablemente pensantes. 
–Lo peor de todo –le dice el músico– es que los gobiernos del planeta lo saben y por eso hay tantos criaderos de pollos.    
El joven objeta que los pollos son criados para que ellos mismos se los coman. El músico contesta que eso es lo que quieren los pollos. Y termina diciendo: 
–Putos pollos masoquistas, tienen a nuestros dirigentes cogidos por los huevos.




El agua y Mongolia - Toriko Takarabe




No pienso en el mar cuando tomo agua.
De pie en la cocina,
sólo alzo la mirada hacia el sucio ventilador azul.

No siento ni en el corazón ni en la espalda
las oleadas lejanas de la boca del río o de la bahía.
Que en medio de la llanura de Mongolia, parecida al mar,
haya un paso
con televisor
no se me ocurre, tampoco que el cuerpo humano
sea casi por completo de agua
ni que el alma sea de agua.

Cuando tomo agua,
con cariño corre una oveja por la tráquea
como una pincelada pianísima.
En ese instante el cuerpo sosegado
tiembla con fuerza,
pero no pienso en los mongoles que persiguen las ovejas
cuando el agua atraviesa la garganta

Ni tú pensarás cuando tomas agua
en hombres mongoles.
Ante el eco del sonido gutural,
no se te ocurrirá pensar
que los mongoles caminan hacia la orilla
a grandes zancadas con botas largas de cuero de oveja

Caminen, hasta donde resplandece el agua.
Al soplar el viento sobre la llanura seca de la orilla,
los pastos bajitos ondulan, como si las ovejas
estuvieran dormitando.
Los pastos secos se erizan susurrantes contra el viento,
la agilidad de los susurros movedizos,
¡qué brincos tan suaves!: –nada de esto
lo pensarán cuando el agua atraviesa la garganta.

Sólo de un vaso transparente
tomamos agua a borbotones sin pensar en nada.
Es lo más lógico.

domingo, 23 de noviembre de 2014

No es cruel el mundo



No es cruel el mundo,
pero yo exijo un nuevo amor,
un corazón soberbio, altivo y minimalista,
que no cree,
incapaz por completo de ver,
de existir.

El mundo es suficientemente violento,
¿y si no lo es?
aquel amor lo sera
todo lo que se estrelle contra él
tendrá que morir, o torcerse hasta desaparecer,
el camino largo y estúpido por el que
debe el mundo desfilar, arrastrándose,
sera su camino, no dolerá.

Rechino los dientes,
Nunca he sido destruida como debería,
jamas he sido lastimada desde fuera,
pero he visto el hielo quemando
decenas de veces.

Recuerdo una golpiza brutal,
y mucho llanto,
el metal chorreándome de la boca,
el silencio,
la poca autoridad para vivir
con la que nacen los niños,
el camino de las manos agarradas fuertemente al vacío,
un pensamiento que traspasa el amor de mi padre,
el de mi madre,
el de mi hermano,
y se queda en la cara de aquella mujer herida,
que no soy yo,
aquella mujer que de ninguna manera soy, ni seré, nunca, jamas, no.
aquella persona que no existe,
ni siquiera para sí misma.

cierro la puerta, veo el cuerpo de todos,
salgo y no hay más que millones de cuerpos extraños
que se tocan levemente y eso esta bien,
caras de niños.

Llueve desde que nací,
hemos tratado de movernos por lo bajo,
modificar aquella dirección,
sin embargo no hay más caminos.

Solo
este charco de neón,
este pequeño sueño del asesinato:
El parricidio es valido únicamente
cuando quien muere
no es tu verdadero padre, sino el otro
el impostor.

No es cruel el mundo,
piensa que se hunden los que deben,
y que alguien en alguna habitación
conoce el lugar de la tormenta
donde la luz y el sonido son la misma cosa.

El lugar en el que nacía todo,
pero nacía muerto.


sebastião salgado