lunes, 14 de diciembre de 2015

Post-Confesional - Gabby Bess




Luna dice que todas las chicas tristes y solitarias murieron del cáncer de ser mujer.

¿Tengo yo también esta enfermedad vúlvica?

Lo que sé con certeza es que estoy enganchada a la adicción:

Comenzó con cigarrillos

y adderall

 juegos de números

y enrollarme el pelo con los dedos

y jugar con los huevos de mi novio

y dos vaginas frotándose una con la otra

y mini series de la HBO

y series originales de Netflix

y bloguear

y GIFS de cachorritos

 y pedir pizza

y hacerme una limpieza de pizza

y la rutina de dejarlo

 y coleccionar libros que nunca leeré

y poesía

y email

y yerba

y dinero

y aceptación institucional

y premios para talentos

y almacenar armas de mano en el coño

y reconocer tropos televisivos por el nombre

y sentirse querida

y sentirse rechazada

y sentirse querida mientras te rechazan

y escupir en bocas

y café

y convalidaciones

y Ben Lerner

y mi propio nombre

y pollas

y concretamente pollas en ropa interior de encaje

y fotografías saturadas de luz

    y hacer planes para ver amigos que esta en países distintos

          como París

          como Reino unido

          como España

          como Canadá

          como el sur de Brooklyn

    y sentir que controlo

y quererme

y sentirme fuera de control

y odiarme

e Internet

       Internet...

Sí, comenzó así con estas cosas

y nunca terminó.

Y luego estaba Lucy.

Decía cosas como: "O sea, no soy la puta novia de un artista. Yo soy el artista"

Y por supuesto, yo la amaba.

Decía cosas como: "Mi interés principal es mi trabajo. No. Nuestro trabajo. Como tú y yo".

Y yo decía: "Exacto" mientras reía,

Entonces comprendí, con un incierto grado de sarcasmo, que estábamos peleando con el hecho de ser artistas, concretamente escritores -

Poetas, los peores de todos.

Mujeres, todavía peor.

Solíamos citar - parecía un negocio romántico ser un hombre de éxito literario

Pero desde luego, no estábamos hablando de hombres
Aunque había un terreno común de ansiedad.

Durante los viajes en tren nos quedábamos calladas, escuchando rap cada una en sus auriculares.

A veces parábamos para hacer contacto visual y bailar la una para la otra.

Nos sonreíamos.

Caminábamos a casa en idéntico silencio, de la mano y veloces, como intentando abarcar la mayor distancia que pudiéramos con nuestros pies.

Lo siento, todo esto esta mal.

Quería que este poema fuera sentimental, pero que inspirase asombro,

como un canción de Kanye.


Love- Gaspar Noé


Tomado de: Post Coño
Traducción de José María Martínez

viernes, 28 de agosto de 2015

Otro tipo de cosas



No estoy aquí para que elijas el signo de mi soledad.
No quiero que
me digas la forma en la que
debo bailar cuando estoy triste.
No necesito el recordatorio
de una cara que me mira de lejos y sonríe
como si estuviera tras un muro y en realidad
no pudiera verme.
Todo eso me es inútil.
No vine a sentarme aquí
con algún propósito extra.

No me quieres
Y es comprensible.
Siempre hay un choque dentro de todos.
He entendido un par de veces
el modo en el que todo se conecta
dentro de mí y en el mundo.
No quiero interrumpir esto.
Hoy cuando estaba sola en la parada del autobús
vi que las siluetas de los  edificios
eran justo como debían.
El color negro estaba bien.
Y el cielo era justo como el cielo que debe haber
tras una silueta
que siempre es la correcta
aunque nadie diga nada.

Luego cuando llegué a mi vecindario
creí que los colores de las calles eran iguales
a los de un barrio chino con un mercadillo ruidoso.
Y puede que sea cierto.
No quiero tener que olvidar nunca
la forma de las cosas cercanas.
Si un pez me atraviesa
quiero ser cortada a la mitad para que pueda ser liberado.
Si un pez me atraviesa
quiero su boca muerta cerca de mí,
y un augurio de suerte
seguido de una idea brillante pero incomunicable.

Necesito ser una persona sensible.
Quiero que todo me quiebre.
No quiero que mi cerebro comience a morir
Quiero expandirme.
Quiero pensar con el hemisferio derecho
Quiero decir que lo que descubrí allí
parecía una idea tan importante
que necesitaba ser comunicada,
una idea simple como una pared,
una idea simple
como un cielo raso de madera pintado de blanco,
una idea simple como un patrón de acción,
una idea simple como alguien
que se sienta en una banca y mira al suelo.
Quiero llorar después de eso.
Quiero ser Jill Bolte Taylor.
La iluminación.
Posner.
El error.
quiero ser yo misma
extendida a lo largo de un campo azul de tenis.
En silencio.
No decir una sola palabra.



sábado, 22 de agosto de 2015

Synecdoche New York












Hard time



No quiero que te asustes,
Porque todo siempre pasa,
y esto ya no es 1920 
y morderse las uñas no es un instinto,
oí que alguien decía mi nombre y mi cara nunca giró

Algunas veces mi cerebro está cansado
y lo único que hace cuando sueña es volver a
repetir los viejos sueños que ya había elaborado
poniendo unos encima de otros
tratando de mentirme,
pero él que es más listo que sí mismo
lo descubre.
En cualquier caso ya no se siente tan triste.

Cuando caminábamos por la calle vi a toda esta gente,
¿Qué aprendes de un corro de muchachos 
negros que te miran desde lo alto?
¿Qué aprendes de ello?
¿No es la verdad evidente?
no puedes creer en alguien
que asegura haber dejado todas sus intenciones,
¿Quién haría algo así?

Cuando alguien miente en el fondo
siempre está diciendo la verdad,
una diferente de la que quería comunicar,
una verdad que tienes que tratar de comprender
desde las manos de los demás,
algunos ojos tampoco dicen nada.

Obedece la señal, obedece la señal
realiza la transacción,
hay seres tan profundos
como un espejo en el fondo del mar,
algo nunca termina, a pesar de todo
algo te conmueve.
Algo hace que deje de ser la persona que era
para convertirme en la persona que soy.
No trates de atarte, es estúpido,
no trates de amarrarte para que la sal te golpeé la cara.

Son días demasiado largos
pero te voy a decir una cosa porque todavía te quiero,
porque todavía te quiero y sé que te duele,
no la vida sino también la planta de los pies
y sé que amas a tu madre tanto
como yo amo a la mía
y que ella te ama tanto como mi madre me ama.
Te voy a decir una cosa porque sé que tienes frío conmigo
y que yo tengo frío siempre
y trato de soportarlo mirándote la boca:
por favor ven
por favor


ven.




domingo, 16 de agosto de 2015

Hipótesis



Puede ser que me haya sentado a escribir esto porque:

Cuando bajé por primera vez con un tanque de oxigeno hasta el fondo del mar, creí que las burbujas lucían como medusas y entonces me olvide de respirar durante casi dos minutos.

Porque fui instruida en un evangelio que daba por sentado el hecho de que todos los corazones estaban rotos y debían ser reparados. Porque la palabra es Dios, y su verbo no puede ser conjugado. Porque la biblia me habla cada día de mi propia soledad y yo la oigo en silencio y a veces lloro y otras veces pienso en ángeles que no se parecen a nada que yo haya alucinado antes.

Porque Roque Dalton un día escribió Poems in law to lisa.

Porque he visto el corazón de grandes chicos hundirse y apagarse con la idea de un sueño cualquiera, sufriendo la doble desgracia de querer entristecerse tanto como Sarah Kane y conseguirlo.

Porque cuando Geof Gaylord asesinó a su amigo imaginario y se entrego a las autoridades, no fue condenado a la pena de muerte, y lloró.

Porque cuando tenía 4 años deje caer por las escaleras una botella de vidrio llena de Katsup, y jamás me pude recuperar de aquella pérdida.

Porque mi corazón se ha hundido y se ha apagado. Porque siempre he preferido bailar sola.

Porque el 9/11, cuando mis  ojos vidriosos estaban pegados a la televisión vi que un hombre se arrojaba desde el centésimo piso de una torre sosteniendo una sábana con las manos. Porque mientras lo veía yo estaba brincando en la cama con mi pequeña cara redirigida a la pantalla, y en medio de mi distracción pise la cabeza de un bebé que dormía cerca de mí.  

Porque Michi Panero murió en 2004.

Incluso cuando he bailado con otras personas, es probable que haya estado bailando sola mientras apretaba los parpados muy fuerte hasta que toda mi cara se desdibujara y yo no fuera nadie.

Porque la sábana de aquel hombre no funciono como un paracaídas, sino que lo envolvió de manera desesperada, y después de eso solo vi un punto blanco descender y perderse en el brillo de las ventanas. Porque el bebé que dormía bajo mis pies aquel día, creció y  con el tiempo desarrollo una decena de problemas cognitivos y también una forma craneal bastante inverosímil. Porque yo creo que todo aquello es mi culpa.


Porque mi corazón no es un músculo, y yo no soy un organismo.






viernes, 17 de julio de 2015

La vida de mi padre (Fragmento) - Raymond Carver





En Yakima un médico se encargo de que mi papá fuera a un psiquiatra. Mi madre y yo tuvimos que acudir a la asistencia pública, como entonces se decía, y el condado le pagaba al psiquiatra. El psiquiatra le preguntó a mi papá, “¿Quién es el presidente?”. Al fin una pregunta que podía contestar. “Ike”, dijo mi papá. Sin embargo lo llevaron al quinto piso del Valley Memorial Hospital y empezaron a tratarlo con electrochoques. Yo estaba ya casado y a punto de comenzar mi propia familia. Mi papá estaba todavía encerrado allí cuando mi esposa fue al mismo hospital, un piso más abajo, para tener nuestro primer niño. Después del parto subí a darle la noticia a mi papá. Me dejaron pasar por una puerta de acero y me mostraron dónde podía encontrarlo. Estaba entado en un diván con una manta sobre el regazo. Hola, pensé, ¿Qué diablos le pasa a mi papá? Me senté a su lado y le dije que era abuelo. Dejó pasar un minuto y luego dijo: “me siento como un abuelo.” Fue todo lo que dijo. No sonrió ni se movió. Estaba en un salón grande con un montón de gente. Luego lo abracé y empezó a llorar.

De alguna manera salió de allí. Pero entonces vinieron los años en que no pudo trabajar y se pasaba el tiempo en casa tratando de imaginar qué iba a ser de él y qué había hecho de malo para terminar así. Mi madre pasaba de un empleo miserable a otro. Mucho después comenzó a hablar del tiempo cuando él estuvo en el hospital y de los años siguientes como de la época cuando "Raymond estaba enfermo". La palabra enfermo no volvió a ser la misma para mí.

(…)

En esos años yo estaba tratando de levantar mi propia familia y de ganarme la vida. Pero, por una cosa o por otra, siempre nos estábamos mudando. No podía seguirle la pista a mi papá. Sin embargo, en una Nochebuena tuve la oportunidad de contarle que quería ser escritor. Lo mismo hubiera podido decirle que quería ser cirujano plástico. "¿De qué vas a escribir?", quería saber. Después, como para ayudarme, dijo: "Escribe sobre cosas que sepas. Escribe sobre esas excursiones a pescar que hacíamos." Dije que lo haría, pero sabía que no sería así. "Mándame lo que escribas", dijo. Dije que sí, pero después no lo hice. No estaba escribiendo nada sobre pescar, y no creo que le hubiera interesado particularmente, o incluso que hubiera entendido, lo que estaba escribiendo en esos días. Además, no era un lector. No el tipo de lector para el que me imaginaba estar escribiendo.

(…)

Después del servicio en la funeraria, cuando ya habíamos salido, una mujer a la que no conocía vino hacia mí y dijo: "Está más feliz donde se halla ahora". Me quedé mirándola hasta que se alejó. Todavía recuerdo el sombrerito que usaba. Luego unos de los primos de papá —no sabía su nombre— se me acercó y me tomó de la mano. "Todos los extrañamos", dijo y yo sabía que no lo había dicho por ser amable.


Empecé a llorar por primera vez desde que recibí la noticia. Antes no había podido. No había tenido tiempo, para empezar. Entonces, de pronto, no podía contenerme. Abracé a mi mujer y lloré mientras ella decía y hacía lo que podía para consolarme allí en medio de esa tarde de verano.





lunes, 22 de junio de 2015

La broma infinita (Fragmento) - David Foster Wallace

6 DE NOVIEMBRE,
AÑO DE LA ROPA INTERIOR PARA ADULTOS DEPEND

Si en virtud de la caridad o de una circunstancia desesperada, alguno de vosotros pasa una breve temporada en una institución para la rehabilitación de las Sustancias como puede ser la Ennet House, patrocinada institucionalmente por la ciudad de Enfield, Massachusetts, se enterará de muchas cosas exóticas y nuevas.

(…) Que existe cierto tipo de personas que llevan en la billetera una foto de su terapeuta. Que (y esto es tanto un alivio como una rara clase de decepción) los penes negros tienden a tener en su conjunto el mismo tamaño que los penes blancos. O que no todos los varones norteamericanos están circuncidados.

Que una paradoja pocas veces mencionada de la adicción a la Sustancia es que una vez que estás lo bastante esclavizado por una Sustancia como para necesitar dejarla para salvar el pellejo, la Sustancia esclavizadora se ha vuelto tan importante para ti que estás a punto de perder la cabeza cuando te la quitan. O que a veces, cuando tu Sustancia favorita te ha sido retirada para salvarte la vida, cuando te arrodillas para hacer las requeridas oraciones diurnas y nocturnas, te encontrarás rogando que te sea posible perder la cabeza, envolverla en algún periódico viejo o algo así y dejarla en un callejón para que se las arregle sin ti.

Que algunas personas jamás simpatizarán contigo, hagas lo que hagas. (…) Que por más inteligente que te creas, eres siempre mucho menos inteligente que eso.
Que el Dios de Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, Cocainómanos Anónimos al parecer no exige que creas en Él/Ella/Ello para que Él/Ella/Ello te ayude. Que si se abandona la mierda del machismo, el llanto masculino en público no solo es muy masculino, sino que también sienta bien (dicen).

 (…) Que dormir puede ser una forma de escape emocional y que con un esfuerzo sostenido se puede abusar de esa actividad. Que una persona no te tiene que gustar para aprender algo de él/ella/ello. Que el aislamiento no es una función de la soledad. Que es posible enojarse tanto que realmente llegas a verlo todo rojo. Que alguna gente verdaderamente roba y que robará cosas que son tuyas. Que muchos de los adultos de Norteamérica no saben leer de verdad, ni siquiera con un equipo de ROM e hipertexto con funciones de AYUDA para cada palabra. Que las alianzas exclusivistas y la exclusión y el cotilleo pueden ser formas de escape. Que la validez lógica no es garantía de verdad. Que la gente mala nunca piensa que es mala, sino más bien que todos los demás son malos. Que es posible aprender cosas valiosas de una persona estúpida. Que requiere esfuerzo prestar atención a cualquier estímulo durante más de unos pocos segundos. Que de repente y sin previo aviso quieres colocarte con tu Sustancia de forma tan imperiosa que piensas que seguramente te morirás si no lo haces y te puedes quedar sentado allí restregándote las manos en las piernas y en la cara, queriendo pero no queriendo, si eso tiene sentido, y si puedes aguantarte y no tocar la Sustancia durante el mono, ese mono pasará eventualmente, se irá, al menos por un rato. Que estadísticamente es más fácil para gente de bajo cociente de inteligencia dejar la adicción que para la gente de un mayor poderío neuronal. (…) Que es posible abusar de medicamentos para el resfriado y las alergias de forma adictiva. Que el NyQuil tiene una graduación superior a 50. Que las actividades aburridas se convierten perversamente en mucho menos aburridas si te concentras lo suficiente en ellas. Que si hay bastante gente en una habitación en silencio bebiendo café es posible reconocer el sonido del vapor que sale del café. Que a veces los seres humanos solo tienen que sentarse en un sitio y eso ya les duele. Que te importará muy poco lo que los demás piensen de ti cuando te des cuenta de lo poco que piensan en ti. Que existe algo llamado bondad en estado puro, sin aleaciones y sin agendas. Que es posible caer dormido durante un ataque de ansiedad. Que concentrarse intensamente en cualquier cosa es un trabajo muy duro.Que la adicción es una enfermedad o una enfermedad mental o una condición espiritual (como en los «pobres de espíritu») o un desorden neurológico o afectivo o de carácter.

Que la mayoría de la gente adicta a una Sustancia también es adicta a pensar, lo cual significa que mantienen una relación compulsiva y enfermiza con su propio pensamiento. Que el bonito término de los AA de Boston para el pensamiento adictivo es: Análisis-Parálisis. Que los gatos cogerán, de hecho, una violenta diarrea si les das leche, o sea, lo contrario de la imagen popular sobre los gatos y la leche. Que simplemente es mucho más agradable estar contento que indignado. Que el noventa y nueve por ciento del pensamiento de los pensadores compulsivos  versa sobre sí mismos; que el noventa y nueve por ciento de este pensamiento sobre sí mismos consiste en imaginarse y luego aprestarse a las cosas que están a punto de sucederles, y luego, extrañamente, si dejan de pensar en eso, el cien por cien de las cosas en que ocupan el noventa y nueve por ciento de su tiempo y energía imaginando y preparándose para todas las contingencias y consecuencias que de ellas se puedan derivar, jamás son buenas. Y que, por tanto, esto se relaciona de forma bastante interesante con la necesidad de los recién llegados a la sobriedad de rezar para perder literalmente la cabeza. En pocas palabras, que el noventa y nueve por ciento de la actividad de esa cabeza consiste en acojonarse a sí misma. Que es posible hacer huevos escalfados en un microondas. Que el término callejero para lo maravilloso es «cabreante». Que cada uno estornuda diferente. Que nadie que haya estado en la cárcel vuelve a ser el mismo. Que no es imprescindible practicar el sexo con una persona para que esta os pase sus ladillas. Que uno se siente mejor en una habitación limpia que en una sucia. Que a la gente a la que hay que tener más terror es la gente aterrorizada. Que se necesita mucho valor para mostrarse débil. Que no hay que pegarle a nadie aunque se tengan muchas ganas de hacerlo. Que ningún instante individual y concreto es en sí mismo insoportable.

Que nadie que haya estado lo bastante esclavizado por una Sustancia como para tener que dejarla y que lo haya hecho con éxito durante un tiempo y se haya portado bien y que por alguna razón haya vuelto a ella otra vez, ha afirmado «jamás» que le alegra haber vuelto a la esclavitud de la Sustancia, jamás. (…) Que casi todo el mundo se masturba. Y parece ser que bastante.

Que el cliché «No sé quién soy» resulta ser, por desgracia, algo más que un cliché. Que tratar de bailar sobrio es algo muy diferente. (…) Que gente distinta tiene ideas radicalmente distintas sobre su propia higiene básica. Que, perversamente, a menudo es más divertido querer algo que poseerlo.

Que si haces algo por alguien sin hacerle saber a esa persona que fuiste tú y sin decirle a nadie lo que hiciste ni que fuiste tú ni de ninguna manera pretendes que se te dé crédito por ello, pues entonces lo que haces es una otra forma de intoxicación.Que también se 
puede abusar de la generosidad gratuita.

Que hacer el amor con alguien que no te importa luego te hace sentir más solo que no haberlo hecho. Que es permisible querer «algo».


Que Dios –a menos que seas Charles Heston o estés confuso, o ambas cosas– habla y actúa exclusivamente por medio de los seres humanos, en el caso de que Dios exista. Que Dios tiene el problema de si tú crees o no que existe Dios en un puesto bastante bajo de la lista de cosas que a Él/Ella/Ello le interesan con respecto a ti.


martes, 5 de mayo de 2015

Mes 03 año 15



Mes 03 año 15
mañana voy a hacer un viaje muy raro que no entiendo,
escucho a mi madre pensando
acerca del éxito,
un diamante brillante metido en su corazón,
unas manos susurrando cosas a los demás,
obtener un enorme trabajo
hacer algo más que sobrevivir,
tocar con las esquinas de tu vida
la vida de los otros.

Amo a mi madre

Veo su cara,
sé que esta angustiada
y no puedo remediarlo,
tengo miedo,
pero no es miedo, es cansancio,
es desconocimiento de causa,
es una boca que no habla,
es un viaje que no te interesa,
es un muro que no te dice nada,
es una persona que no conoces,
es un vuelo solitario en un avión
hacía una ciudad de calles estrechas,
es el calor
un sentimiento que todavía no entiendes
o por el que has pasado sin darte cuenta,
es decir adiós a tus amigos
y llorar describiéndoles una noche fresca.

Tu fe crece,
pero no olvides que hay un enemigo,
una piedra volcánica ardiente en un camino
que vas a recorrer desnudo y con los ojos cerrados,
tu corazón es rápido pero se detiene de golpe,
no olvides que no hay imagen para mantener,
no olvides que hay que hacer demasiadas cosas como para
detenerte.



sábado, 28 de febrero de 2015

La broma infinita (Fragmento) - David Foster Wallace




INVIERNO DE 1960 AS, TUCSON, ARIZONA
[Fragmentos*]



Jim, así no, Jim. Esa no es manera de tratar una puerta de garaje, doblando la cintura con fuerza y estirando del picaporte de modo que la puerta se sacude y se sacude con fuerza y te cargas tus espinillas y mis rodillas destrozadas, hijo. Veamos cómo te agachas con tus rodillas sanas. (...) Tu madre hace eso. Trata a los cuerpos ajenos sin el debido respeto ni cuidado. Nunca aprendió que tratar las cosas del modo más suave y relajado es tratarlas tanto a ellas como a tu propio cuerpo con la máxima eficiencia. Es culpa de Marlon Brando, Jim. Tu madre allá en California antes de que nacieras, antes de que se convirtiera en una madre dedicada, una muy sufriente y trabajadora esposa, hijo, tu madre tuvo un papelito secundario en una película de Marlon Brando. Su momento estelar. Tenía que quedarse allí con los mocasines blancos, calcetines cortos y coletas y llevarse las manos a los oídos como si le pasaran al lado motos estruendosas. Una gran escena dramática, créeme. Se enamoró desde la distancia de este tipo, Marlon Brando, hijo. ¿Quién? Quien. Jim, Marlon Brando era el arquetipo del nuevo tipo de actor y arruinó las relaciones de dos generaciones enteras con sus propios cuerpos y con los cuerpos y objetos que los rodeaban. ¿No? Pues se debe a Brando que tú quisieras abrir la puerta de ese modo, Jimbo. La falta de respeto se aprende y se transmite. Se transmite. Conocerás a Brando cuando lo veas y tendrás que aprender a temerle. Brando, Jim. B-r-a-n-d-o. Brando, el nuevo tipo duro y arquetípico, rebelde y vago que se apoya en las patas traseras de su silla, que aparece encorvado en el umbral de la puerta, que camina cabizbajo delante de cualquiera, que trata de dominar los objetos, que no muestra el menor respeto ni cuidado, que coge las cosas como un jovencito caprichoso y las usa y las arroja impunemente a un lado para que no caigan en la papelera y se queden allí, maltratadas. Con los movimientos impetuosos y torpes y la actitud propia de un nene caprichoso. Tu madre es de esa nueva generación que se mueve a contracorriente del grano de la vida y de su tendencia y ondulación naturales. Puede haberse enamorado de Brando, Jim, pero no lo comprendió y eso es lo que la hizo inepta para las artes cotidianas como hornos o puertas de garajes e incluso para un tenis de bajo nivel y de parque necesariamente público. ¿Alguna vez viste cómo tu madre trata un horno? Es carnaza, Jim, es una pena verla y la pobre atontada piensa que se trata de un tributo a ese tipo vago y encorvado que amaba cuando él andaba cerca. Jim, ella nunca intuyó la amable y astuta economía que había tras la relación supuestamente dura, torpe y espontánea de este sujeto con los objetos.






(...)

Hijo, tienes diez años y esta es una noticia difícil de tragar para alguien de diez, incluso aunque tengas casi once y seas un posible freak pituitario. Hijo, tú eres un cuerpo. Ese pequeño cerebro científico y prodigioso del que ella está tan orgullosa y del que no deja de gorjear: Hijo, no son más que espasmos neuronales, esas ideas en tu cabeza no son más que el sonido de tu cabecita acelerada y la cabeza no es más que cuerpo, Jim. Métetelo en la sesera. La cabeza es cuerpo. Jim, ven a mis brazos para recibir esta mala noticia a los diez años: tú eres una máquina un cuerpo un objeto, Jim, no más que este rutilante Montclair, o este rollo de manguera o aquel rastrillo para la grava del patio delantero o Dios santo esa horrible araña está haciendo flexiones en su telaraña allí sobre el rastrillo, ¿la ves? ¿La ves? Latrodectus mactans, Jim. Una viuda. Coge esta raqueta y muévete con gracia y ganas hasta allí y mata esa viuda por mí, señorito Jim. Vamos. Hazla polvo. Échale pelotas. Eso es, chaval. Un brindis por el sector sin arañas de este garaje comunitario. Ah. Cuerpos cuerpos por todos lados. Una pelota de tenis es el cuerpo definitivo, muchacho.

(...)

permíteme… que los libros no se tiran de golpe como las botellas al cubo de la basura, se depositan, se guían con todos los sentidos alerta, sintiendo sus bordes, la presión sobre los dedos de ambas manos mientras doblas las rodillas sujetando el libro y lo colocas con un ligero empujón delicado de modo que el aire sobre el suelo polvoriento… que el aire del suelo se desplace en un cuadrado suave y no levante polvo. Asiií. No así. ¿Entiendes? ¿Me has comprendido? No seas así, hijo, no seas así. No te pongas hipersensible conmigo, hijo, cuando lo único que intento es ayudar. Hijo, Jim, detesto esto, detesto que hagas esto. Te desaparece el mentón en esa pajarita que llevas cuando te tiembla y te cuelga tanto el labio inferior. Parece que no tengas mentón, hijo, y un labio inmenso. Y esa capa de mocos que cae de tu labio superior, cómo brilla, no, no lo hagas, es asqueroso, hijo, tú no quieres repugnar a la gente, debes aprender a controlar esta especie de hipersensibilidad que tienes cuando te toca afrontar una verdad por más dura que sea, porque conquistar y ejercer algún control es el meollo de por qué me estoy tomando toda esta mañana libre de ensayos pese a que tengo no una sino dos pruebas vitalmente urgentes e inminentes, para poder enseñártelo, estoy pensando en dejar que te sientes y toques el cambio e incluso… quizá hasta conduzcas el Montclair, bien sabe Dios que tus pies llegan al embrague, ¿eh, Jimbo?, eh, eh, ¿por qué no conduces el Montclair?

(...)

Porque qué crees, hijo… no, sigue, llora, no te inhibas, no diré ni pío salvo que cada vez me afecta menos, te lo aviso, creo que estás abusando de las lágrimas y la… cada vez tienen menos efec… Son menos efectivas conmigo cada vez que las usas aunque nosotros sabemos los dos sabemos que no es así entre tú y yo sabemos que siempre funcionarán con tu madre, ¿verdad?, nunca fallan, cada vez que llores, ella cogerá tu gran cabezota y la pondrá sobre su hombro de un modo que parece obsceno, si la pudieras ver, palmeándote la espalda como si estuviera ayudando a eructar a un obsceno bebé de tamaño gigante, blando y flojo y con pajarita y con un libro que le estropea los tendones, lloriqueando, ¿harás lo mismo cuando hayas crecido? ¿Habrá episodios como este cuando seas un hombre dirigiendo tu propia vida? ¿Un ciudadano del mundo que no irá dando lástima? ¿Se te hinchará y congestionará la cara cuando midas dos grotescos metros de altura, dos metros como tu abuelo que ojalá arda en el vacío del infierno cuando finalmente la palme en el último hoyo, y contigo, con esa cara chata y sin mentón igualito a él que tienes posando tu cabeza en el sufriente hombro húmedo y moqueado de esa pobre idiota de mujer llena de paciencia?

(...)

No me gusta nada decir algo como esto, este tópico mierdoso de que las cosas eran distintas cuando yo era joven, la clase de tópico que te lanzaban los padres de entonces, en el caso de que mi padre dijera algo. Pero era así. Diferente. Los chicos, los chicos de mi generación, ellos… ahora vosotros, la muchedumbre post-Brando, no podemos gustaros ni disgustaros, no podéis respetarnos ni dejar de respetarnos como seres humanos, Jim. A vuestros padres. No, espera, no tienes por qué fingir que no estás de acuerdo, no, no tienes por qué decirlo, Jim. Porque lo sé. Lo podría haber vaticinado viendo a Brando, a Dean y a los demás, y lo sé, así que no farfulles. No culpo a nadie de tu edad, muchacho. Veis a vuestros padres como amables o rudos, felices o desgraciados, borrachos o sobrios, grandes o casi grandes o fracasados, del mismo modo que veis cuadrada una mesa o veis un Montclair de color rojo labios. Los jóvenes de hoy… vosotros, chicos, de algún modo no sabéis sentir, mucho menos amar, por no hablar del respeto. Para vosotros no somos más que cuerpos. Nada más que cuerpos y hombros y rodillas con cicatrices y grandes panzas y billeteras vacías y petacas. No estoy diciendo nada tópico como que no nos prestáis ninguna atención, sino que no podéis… ni imaginar nuestra ausencia. Estamos tan presentes que ya hemos perdido todo significado. Somos medioambientales. Los muebles del mundo.






 

miércoles, 18 de febrero de 2015

Inactividad cerebral

Meghan Howland



Voy a usar mi cuerpo,
pero cuando lo haga no podré pensar,
no podré pensar en él, no podré pensar en nada,
deberé anular mi inteligencia súbita,
voy a tener que balancearme sobre mis brazos
mientras me gritan,
y yo no pienso nada,
yo no creo en nada.

Cuando use mi cuerpo,
no puedo poner mi alarma despertadora a las 4:00 am
no puedo estar durante una hora tratando de convencerme
de que salir de la cama tiene algún sentido practico,
tópico, real, sistemáticamente correcto,
simétricamente proporcional,
como si midiera mi vida deforme del mismo modo
con el que mido la cara de la gente que no amo.

Me voy a mover sin pensar
en esa lista de 40 psicofarmacos, seguidos
de una montaña microscópica de
neurotransmisores inhibidos.

Correrá cada mañana, jugara basquet
se cansara pero él no podrá saberlo,
estará como inyectado de morfina
suspendido de toda conexión emocional.

Voy a tener un cuadro pintado con un cuerpo,
pero el cuadro como se apreciara luego
no estará hecho de nada, sino
del espacio vacío que deja el movimiento de ese cuerpo,
que es lo único que voy a tener desde hoy y para siempre.

Voy a usar mi cuerpo y
lo dejare recostado en el ultimo puesto de un autobús,
lo voy a llevar a un puerto muy lejos de aquí
y lo callare, lo dejare allí abandonado
y él sabrá lo que tiene que hacer,
él sabrá que necesita callarse,
él va a entender que lo único que quiero de él
ya lo he obtenido,
él se sentara solo de nuevo,
en esa tienda aburrida y larga,
y pedirá otra vez un Brownie
y hará la digestión de manera tibia y solitaria,
él no va a extrañar a nadie
porque un cuerpo carece de amistades profundas,
de ambiciones, de personalidad, de definiciones,
pero posee dimensión.





miércoles, 28 de enero de 2015

Las primas (Fragmento) - Aurora Venturini

Y así fuimos cumpliendo años, pero yo asistía a clase de dibujo y pintura que el profesor de Bellas Artes opinó que sería una plástica importante a causa de que por ser medio loquita dibujaría y pintaría como los extravagantes plásticos de los últimos tiempos.
El profesor me dijo: Yuna –así me llaman– tus cuadros son dignos de integrar una exposición. Hasta puede ser que alguno se venda.
Me alborozó tal alegría que salté sobre el profesor con todo el cuerpo y quedé adherida al cuerpo del profesor con los cuatro miembros: pies y piernas, y nos caímos juntos.
El profesor dijo que yo era muy bonita, que cuando creciéramos íbamos a noviar y que me enseñaría cosas tan bonitas como dibujar y pintar pero que no divulgara nuestro proyecto que en realidad era sólo su proyecto y yo supuse que se trataría de exposiciones más importantes y entonces volvía a saltarlo y lo besé. Y él también, con un beso de color azul que me repercutió en lugares que no nombro porque no estaría bien. Y entonces busqué una tela grande y sin dibujar pinté en rojo dos bocas presionadas, enganchadas, unidas, inseparables, cantarinas y dos ojos arriba, azules, de los que desmayaban lágrimas de cristal. El profesor, de rodillas, besó el cuadro y ahí se quedó, en la sombra. Y yo volví a casa.
Conté a mamá de la exposición y ella que no entendía de arte contestó que esos mamarrachos informes de mis cartones harían reír a los concurrentes pero que si el profesor quería, a ella no el iba ni le venía. Cuando expuse, me compraron dos cuadros. Lástima que uno fue el de los besos. El profesor lo bautizó: “Primer amor”. A mí me pareció bien. Pero no comprendí del todo el significado.
Yuna es una promesa decía el profesor y esto me gustaba tanto que cada vez que lo decía, me quedaba después de hora para saltarle. El nunca me retó. Pero cuando me crecieron las tetitas me dijo que no lo saltara porque el hombre es fuego y la mujer es paja. No entendí. No salté ya.
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